Me he topado con una carpeta de fotos viejas en mi computadora. He perdido la cuenta de las veces que las he visto y llegan los pensamientos de siempre: que me veía muy inocente, ignorante, sin vida, aún cuando la mayoría de las fotos están tomadas en fiestas u otros momentos gratos.
Reconozco la belleza del cuerpo, me imagino que era tentador estar con un cuerpo apenas tocado, un cuerpo poco capacitado para producir placer, pero un cuerpo nuevo, con el lienzo de la piel en blanco.
Ahora soy menos delgada y con las curvas más pronunciadas, aún así el cuerpo de hoy me gusta más y me creo más atractiva, más segura, más madura y menos vacía. Sé que tengo más ojeras y desconozco si sigo llevando en mi frente el letrero de «quiéreme» o de «úsame y tírame», pero soy menos tímida, menos sensible y menos fantasiosa: «menos».
Me sorprenden los años que llevan esas fotos, seis y siete, pero no los siento ni los veo, podría jurar que tienen un mes. En ese tiempo la gente que actualmente está cerca de mí y con la que convivo todos los días apenas y cursaban la primaria, en ese tiempo tenía su edad.
Aparece una foto en la que estoy sentada en unas piedras junto al mar, es linda, pero al lado de esa foto aparece mi reflejo en el monitor: el pasado junto al presente. No soy capaz de hacer un contraste, sólo sé que son la imagen del mismo cuerpo, aún cuando es evidente que no son las mismas personas. Da miedo y la verdad es que desde que inicié a ver ese álbum sentí una lejanía con esa ¿niña?¿joven?¿mujer? no lo sé. La lejanía sentida se basa más en las diferencias que en el tiempo.
La de la foto no puede ser la misma del reflejo del monitor, la de la foto no ha tenido sexo sin amor, no le han roto el corazón, no se ha quedado a pesar de que nadie se lo pidiera, no ha viajado sola, no ha probado drogas más fuertes que el alcohol, no ha armado ni una escena de celos, no ha sido victima ni verdugo. Por supuesto que no pueden ser las mismas.
Y por el contrario de la cursi sensación o necesidad de salvación que muchos mencionan al ver fotos de cuando eran niños, yo volteo a ver mi reflejo de hoy, el de una «joven menos joven» y pienso:
Es muy bueno que estés aquí y que no seas(¿¿¿¿¿?????)…
la de la foto.